Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

VOLVER AL MENÚ PRINCIPAL


100261
Legislatura: 1889-1890
Sesión: 25 de enero de 1890
Cámara: Senado
Discurso / Réplica: Réplica al Sr. Marqués de Sardoal.
Número y páginas del Diario de Sesiones: 78, 1319-1320.
Tema: Crisis ministerial y formación del nuevo Gabinete.

El Sr. Presidente del Consejo de Ministros (Sagasta): Debo pedir perdón al Sr. Marqués de Sardoal por no haberme hecho cargo de algunas de las apreciaciones de S.S. en la rectificación o respuesta que he dado al Sr. Bosch, no habiéndolo hecho porque deseo no molestar muchas veces al Senado, y esperando hacerlo, si el debate se prolongaba, al resumirlo, ocupándome entonces de las apreciaciones de S.S., y entre otras, de esa a que da tanta importancia, esto es, al incidente ocurrido en la calle San Jorge, según S.S. lo ha llamado, respecto a si hubo un Ministro que dijo. (El Sr. Marqués de Sardoal: El Imparcial lo cuenta). Pero, ¿es El Imparcial órgano oficial del Gobierno? (El Sr. Marqués de Sardoal: Precisamente oficial, no; y por eso tiene más autoridad [1319] que cualquier periódico). Dispense S.S.; para discutir los actos de un Gobierno no se trae la opinión, las crónicas, ni las noticias de un periódico, por importante que sea, como lo es El Imparcial. ¿A dónde iríamos a parar por ese sistema?

Pero además, ¿es que El Imparcial trae esa noticia y no traen otras los demás periódicos? (El Sr. Marqués de Sardoal: Todos dicen lo mismo). No; dispénseme S.S.; hay otros que no dicen semejante cosa.

Pero, en fin, si para discutir aquí los actos de un Gobierno nos trae S.S. lo que puedan decir todos los periódicos, y hubiéramos de examinarlo, sería el cuento de nunca acabar; y eso no puede ser, ni jamás se ha hecho así en ningún Parlamento.

Sea de ello lo que quiera, si los Sres. Ministros de Estado y Ultramar opinaban que la conciliación no debía hacerse con personas que ellos no nombraron, dejándolo en último caso a mi criterio, ¿qué tiene eso de particular, ni qué ver con la cuestión? De todas maneras, yo llamo la atención del Senado sobre este modo de discutir los actos de un Gobierno, o sea por lo que diga un periódico, siquiera, repito, sea tan importante como El Imparcial, acerca de una reunión del Consejo de Ministros, cuando la noticia no es oficial ni dad por el mismo Consejo de Ministros. Su señoría sabe muy bien que en los Consejos de Ministros hay muchas cosas que no pueden ni deben darse a la publicidad, como son las opiniones parciales de los Ministros sobre asuntos determinados. Si eso no se hiciera, ¿dónde iríamos a parar entonces? ¿Qué autoridad tendrían las resoluciones del Gobierno y de toda corporación?

Por consiguiente, conste: primero, que S.S. no ha debido hacer argumento de ninguna especie contra el Gobierno por lo que diga un periódico, porque no es oficial ni base bastante para una discusión ni para buscar responsabilidades en el Gobierno; y segundo, que las opiniones que estos dos señores tuvieron respecto a ciertas personalidades, que ni siquiera citaron, nada tienen que ver con el asunto que nos ocupa, porque en último resultado, serían apreciaciones generales que hacían acerca de los elementos que debían entrar en la conciliación, y que me las hacían a mí que era el encargado de realizarla.

Pero ya que estoy de pie, también he de decir a S.S. una cosa.

Se ha empeñado S.S. en tomar como base para sus argumentos cosas que se imagina y que están muy lejos de la realidad. Supone que yo andaba en trabajos de conciliación, teniendo en el secreto más absoluto a mis compañeros del anterior Gabinete, y está perfectamente equivocado, porque desde la primera conferencia que celebré supieron todos los pasos que iba dando día por día; y desde el primer momento, con un desinterés y patriotismo que les honra, me dijeron: ?Siga Vd. sus trabajos; nosotros le ayudaremos en esa tarea de cualquier modo y cuando la ocasión sea oportuna?; y todos fueron interesándose en los trabajos que iba realizando. Llegó el momento de la crisis, y ellos mismos me dijeron: ?Si Vd. cree que ha llegado el momento de que los trabajos de conciliación que tiene Vd. comenzados puedan seguirse, por nosotros no hay dificultad alguna; aquí tiene Vd. nuestras dimisiones?. Por consiguiente, los Ministros conocían todos los pasos que yo di, y como yo, estaban interesados en que la conciliación se realizase.

?Que luego se dio a la conciliación el límite de mi dignidad?. No; tampoco en eso me ha entendido bien S.S., o mejor dicho, he debido explicarme yo muy mal. No es eso. Lo que dije fue que me iba entendiendo con todas aquellas personas a las cuales podía llegarme sin quebrantamiento de mi dignidad ni de la suya, lo cual no quiere decir que yo pusiera por límite a la conciliación consideración alguna que se refiriese a mi dignidad, porque sabía, en primer lugar, que nadie había de proponerme nada que me pareciera indigno, nada que atacara mi dignidad, como yo a mi vez era incapaz de proponer a nadie cosa alguna que atacase a la dignidad suya.

Por lo demás, yo estoy tan lleno de interés, por el bien del país, en que se haga la conciliación, que absolutamente he reparado en esas cosas pequeñas, en los diferentes trabajos que han ido realizándose. Declaro que algunas de ellas no me gustaban; pero no he puesto el más pequeño reparo en absoluto; ni en cosas ni en personas he puesto, lo repito, el más pequeño reparo, ni le habría puesto cualquiera que hubiera sido la persona que se me hubiese acercado.

De manera que por mi parte, créalo S.S., no se ha creado dificultad alguna a la conciliación; y si no se ha realizado, no sé por qué habrá sido; pero no tengo yo escozor ninguno de que por mi parte haya habido el más pequeño entorpecimiento.

Me parece que he satisfecho bastante el deseo de saber ciertas cosas manifestado por el Sr. Marqués de Sardoal. Si S.S. quiere aún algunas explicaciones más, dispuesto me hallo a dárselas; pero al fin y al cabo, estamos aquí ocupando el tiempo en el descubrimiento y en el examen de una cosa que, en mi opinión (salvo la de s.S.), sabe todo el mundo perfectamente: que ahora sí que estamos machacando en hierro frío, porque no hemos de conseguir nada, ni hemos de dar más luz acerca de los hechos, que la que tiene todo el mundo, que, créame S.S., es suficiente. [1320]



VOLVER AL MENÚ PRINCIPAL